Caracas, Venezuela. 03 al 04 de octubre de 2013 . Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) Secretaría Permanente Av. Francisco de Miranda – Torre Europa - Piso 5 Sala Simón Bolívar.

INTRODUCCIÓN

En la última década, América Latina y el Caribe experimentó el período de mayor crecimiento desde los años 60, expandiéndose a tasas superiores a la media mundial. Este proceso obedeció, por un lado, a unas políticas que permitieron que las variables macroeconómicas evolucionaran de manera equilibrada. Asimismo, el contexto internacional favorable –caracterizado por mejoras en los términos del intercambio para las economías exportadoras de productos básicos, incrementos sustantivos en los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) y un fluido acceso al financiamiento internacional- permitió evitar o aliviar tensiones históricas en el frente externo, sobre todo en los países exportadores de recursos naturales.

Dentro de este panorama, el tema de la integración regional en América Latina y el Caribe (ALC) constituye un asunto de especial interés, debido a que su potencial nunca ha sido aprovechado cabalmente. Adicionalmente, en la actualidad existe una recesión o estancamiento en el mundo desarrollado, con el que se presenta una relación crucial en términos de inversiones, exportaciones y participación en cadenas globales de valor, al tiempo que se ha avanzado enormemente en la interconexión entre los países de la región latinoamericana y caribeña, gracias a los avances de las tecnologías de la información y la comunicación, los transportes y la apertura comercial. De esta manera, actualmente se cuenta con un mercado regional mucho más fuerte, el que tiende a verse favorecido por situaciones como el aumento de su población y la gran expansión de su clase media.

Sin embargo, aún persisten los principales problemas estructurales que han aquejado históricamente a la región, como las brechas de productividad respecto de las economías desarrolladas o las industrializadas de Asia, una elevada heterogeneidad estructural entre los 33 países de la región, la escasa diversificación de las matrices productivas y la distribución inequitativa del ingreso.

Para que la región pueda emprender en forma cooperativa un nuevo rumbo, se requiere de políticas compartidas de desarrollo productivo e industrial, dentro de una visión de desarrollo sostenible, mediante el impulso al desarrollo tecnológico de las diversas esferas productivas, explorando nuevos nichos que puedan aprovechar los avances en Investigación y Desarrollo (I+D); la conformación e integración de cadenas productivas en la región; la formación de proveedores y la facilitación del financiamiento de proyectos productivos, especialmente de las PYMES. Por supuesto, este proceso debe complementarse con la profundización de la apertura comercial y la construcción de infraestructura de transporte y comunicaciones, así como con estrategias de promoción de las inversiones intrarregionales y el comercio mutuo, tanto de bienes como de servicios.