ANTECEDENTES
Las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) sobre la pobreza y la pobreza extrema, corroboran que entre 2002 y 2014, ambos fenómenos se redujeron considerablemente en el agregado regional, aunque a un ritmo cada vez menor. En 2015 y 2016, las cifras revelan un incremento en los niveles generales de pobreza y pobreza extrema regionales, a pesar de que éstas siguieron disminuyendo en la mayoría de los países.
En este sentido, la región sigue caracterizándose por una vulnerabilidad sustancial que también afecta a la creciente clase media. Más específicamente, en un plazo de diez años, 65% de las personas que reciben un ingreso diario comprendido entre USD 4 y USD 10, así como 14% de la clase media, sufren de pobreza al menos durante dicho periodo. Además, la pobreza crónica continúa extendida, representando 91% y 50% de la pobreza extrema y moderada, respectivamente (BID, 2015).
Asimismo, las diferencias entre las áreas urbanas y rurales son sustanciales: las primeras, que concentran la mayoría de las personas vulnerables y en situación de pobreza moderada, se caracterizan por una mayor movilidad del ingreso, particularmente ascendente.
Este tipo de escenario ha permitido a lo largo de los años que se desarrollen diferentes metodologías para medir la pobreza, y que estás, a su vez, generen diferentes indicadores atendiendo a las particulares características de las personas en esta situación. En términos generales, las mediciones de pobreza se pueden clasificar en dos grupos: 1) aquellas que utilizan el nivel de ingreso como indicador para identificar las personas en situación de pobreza; y, 2) los indicadores de pobreza multidimensional que caracterizan a los pobres utilizando como parámetro la ausencia de cierto estándar de vida.
Se destaca que, ambos grupos de medición de la pobreza son complementarios en tanto se pretenda realizar un diseño e implementación de políticas públicas eficientes y efectivas que aborden dicha problemática. Por ello, el diseño de redes de protección social sostenibles en el tiempo debe combinar intervenciones de largo plazo dirigidas a los pobres crónicos, especialmente en áreas rurales, con apoyo flexible de corto plazo para un gran número de personas en situación de pobreza transitoria y vulnerabilidad, particularmente en áreas urbanas.
En ese sentido, entendiendo las diferentes dimensiones que presenta la pobreza, es necesario su estudio de una manera más profunda, desarrollando nuevos métodos de medición e indicadores que reflejen con claridad las características de las personas en mencionada situación, así como la coordinación entre las autoridades nacionales, los organismos internacionales e instituciones con competencias técnicas, operativas y financieras en la materia, para el diseño e implementación de programas y políticas públicas para combatir con mayor eficiencia y efectividad la progresiva erradicación de la pobreza y la mejora de las condiciones de vida de las personas que la padecen.