LA SALUD HA DEJADO DE SER UN SECTOR SOCIAL PARA CONVERTIRSE EN UN SECTOR ECONÓMICO, AFIRMÓ LA DIRECTORA DE LA ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD EN LA SEDE DEL SELA
Caracas, 15 de abril de 2011.-La salud ha dejado de ser un sector social para convertirse en un sector económico debido a la importancia que representa en términos de productividad para un país, afirmó hoy la Dra. Mirta Roses, Directora de la Organización Panamericana de la Salud/OPS/OMS durante la conferencia magistral “Los Impactos de la Crisis en la Salud: Nuevas vías de Acción”, en la sede del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA).
Durante su intervención, ante Representantes de los países miembros del SELA, y otros integrantes del Cuerpo Diplomático acreditado en el país, de organismos internacionales y regionales, así como de funcionarios y otras personalidades vinculadas al sector de la Salud, la Dra. Roses destacó que los niveles de gasto público en salud están muy por debajo de los niveles observados en aquellos países que han logrado o están próximos de alcanzar sistemas con acceso universal, cuya inversión en este sector está por encima del 6% del PIB.
“En tiempos de crisis el cumplimiento de este objetivo pareciera una meta demasiado ambiciosa, no obstante existe en la Región una toma de conciencia cada vez mayor que con mejorar la administración fiscal (reducción de la evasión), se puede incrementar la recaudación fiscal en estos momentos de crisis y con ello proteger el gasto público en salud”.
Sin embargo, el avanzar hacia sistemas de acceso universal, requerirá avanzar de igual forma hacia un “pacto fiscal” progresivo, afirmó la Dra. Roses.
Señaló que para el año 2007, América Latina se encontraba bien encaminada a cumplir con la primera meta del Milenio.
“En promedio, América Latina muestra un ritmo de avance por encima del umbral proyectado al 2007, si bien con logros muy disímiles entre países. Con todo, el actual escenario de incertidumbre hace particularmente difícil prever si hasta 2015 todos los países van a lograr reducir la pobreza extrema a la mitad con respecto a 1990”.
La vulnerabilidad de la estructura social de la región no solo se ve en los perfiles de ingresos, sino en la composición de la población vulnerable y pobre y sus rasgos principales, aseveró.
“Hay una verdad que hoy debe concentrar nuestros desvelos y esfuerzos: la pobreza y la vulnerabilidad en la región tienen cara de niñas, niños y mujeres y esta pauta se agrava con el tiempo”.
La explicación de este perfil de la vulnerabilidad se encuentra en los cambios en las familias y en la persistencia de pautas patriarcales en el mercado, en los dispositivos de protección social del estado y en las propias familias en lo que respecta a la división sexual del trabajo y al status de la mujer.
Esto afecta la posibilidad de inserción en el mercado de trabajo precisamente entre las mujeres con menores ingresos y con más niños, puntualizó la Dra. Roses.
Por su parte, el Secretario Permanente del SELA, Embajador José Rivera Banuet, al darle la bienvenida a la Dra. Roses afirmó que el tema de la salud ocupa uno de los espacios de mayor prioridad para los pueblos y los gobiernos de América Latina y el Caribe.
“Uno de los instrumentos para contribuir a la reducción de las inequidades en salud en América Latina y el Caribe, es la acción concertada de los diferentes sectores económicos y sociales en el marco de los actuales procesos de integración y cooperación regional”.
En ese sentido, el Embajador Rivera Banuet recordó que el Consejo Latinoamericano en 2009, aprobó en el programa de trabajo del SELA el Proyecto “Integración y Convergencia para la Salud en América Latina y el Caribe (INCOSALC)”, bajo el cual se han realizado actividades con la colaboración de la OPS y la CEPAL.
“Este objetivo es relevante si tenemos presente que uno de cada cuatro habitantes de América Latina y el Caribe no tiene acceso regular y oportuno a los sistemas de salud,” acotó el Secretario Permanente.
Igualmente, destacó, que el gasto de salud pública como porcentaje del PIB en América Latina y el Caribe, es en promedio del 3.5%, por debajo de la cifra de cerca del 9% que destinan los países desarrollados.
“Existen profundas desigualdades en el acceso a estos servicios entre los diferentes países de la región. Las barreras culturales, sociales, económicas y geográficas impiden que una gran proporción de la población acceda a los servicios de salud”, puntualizó el Embajador Rivera Banuet.