LA OPEP YA NO ES EL ARIETE DEL SUR (ANÁLISIS)

15 septiembre 2010

Fuente: Publicado por Inter Press Service<p/>

Caracas, 15 de septiembre (IPS) - Al cumplir medio siglo, la OPEP mantiene su contribución regular al mercado petrolero pero ya no decide los precios, no controla la palanca energética de la economía global, ni su política guía al Sur en desarrollo.

La OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) fue fundada el 14 de septiembre de 1960 en Bagdad por Arabia Saudita, Irán, Iraq, Kuwait y Venezuela. Actualmente también son socios Angola, Argelia, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Libia, Nigeria y Qatar. Durante varios años lo fueron Gabón e Indonesia.

Varias veces a lo largo de su historia, la OPEP brilló como vanguardia económica del llamado Tercer Mundo, sirvió de ejemplo a productores de otras materias primas y frente al Norte industrializado impulsó un Nuevo Orden Económico Internacional.

"Pero la economía mundial se mueve ahora en otra dirección, el petróleo cada vez pierde más importancia dentro de la matriz energética global y los países de la OPEP se conforman con sostenibilidad para sus ingresos", observó a IPS el experto Elie Habalián, ex gobernador de Venezuela ante esa organización.

Habalián distingue tres períodos en la OPEP, el primero de los cuales va desde la fundación hasta 1973-1974.

Durante aquel periodo "surge este club de productores que por primera vez enfrenta el cártel de las Siete Hermanas (cinco trasnacionales estadounidenses y dos europeas), enseñoreado del mercado energético en el mudo desde 1928".

Los estados de la OPEP, que hasta entonces se habían enfrentado individualmente con las "hermanas" del capital petrolero, encontraron nuevas energías para tratar de arrancar a las trasnacionales de la industria la mayor cantidad de renta posible.

En el bienio 1973-1974 se registraron la guerra árabe-israelí de Ramadán o Yom Kippur, el embargo petrolero "a Occidente" por parte de productores árabes y la cuadruplicación de los precios internacionales del crudo.

En la OPEP se aprovechó esa conjunción de factores para estatizar la mayor parte de las compañías que operaban en sus países y hacerse con una mayor porción del negocio basado en su recurso natural y no renovable.

De la mano del entonces secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Henry Kissinger, los países industrializados crearon la Agencia Internacional de Energía (AIE) y establecieron reservas estratégicas para no volver a padecer bajo un embargo.

"Allí comienza una nueva etapa, en la cual los países de la OPEP no van a confrontar fundamentalmente con las corporaciones sino con los países consumidores, nuevos luchadores porque los precios se depriman ", comentó el experto venezolano.

Su objetivo consistía en "entregar la menor renta posible a los productores, como hicieron los industriales con los terratenientes en etapas fundacionales del capitalismo", añadió.

Al despuntar ese período Estados Unidos pierde la guerra de Vietnam, la OPEP efectúa en Argel su primera cumbre de soberanos y jefes de Estado, y cobra fuerza la idea de un diálogo en busca del llamado Nuevo Orden Económico Internacional.

El Diálogo Norte-Sur reunió en París entre febrero y junio de 1977 a países industrializados, de la OPEP y otros en vías de desarrollo, para discutir la seguridad energética global, la deuda del Tercer Mundo y la inflación con envilecimiento de precios, que castigaba a los productores de materias primas en el Sur.

Ese diálogo fracasó y el pulso AIE-OPEP continuó con consignas como "poner de rodillas a la OPEP", del entonces presidente estadounidense Ronald Reagan (1981-1989).

Mientras, la OPEP era la fijadora de los precios del crudo y los principales consumidores acudían a nuevas fuentes de energía y promovían políticas para reducir su dependencia de los hidrocarburos.

Los precios comenzaron a derrumbarse en 1986 y se inició la que Habalián considera la tercera etapa en la vida de la OPEP, marcada por "la pérdida de la capacidad de la Organización para establecer los precios, a pesar de intervenir con más o menos producción, abriendo o cerrando sus grifos".

En esta etapa, que prosigue actualmente, "la participación del petróleo en la matriz energética global retrocede -aunque se mantiene como principalísima en el transporte- ante el carbón, el gas natural, la hidroelectricidad y otras fuentes renovables de energía", sostiene Habalián.

El experto anticipa que en la tercera década de este siglo "la participación del petróleo en la matriz energética global será de un 30 por ciento, otro tanto del carbón y el resto se cubrirá con otras fuentes de energía".

La contraposición entre grandes productores y consumidores de energía ha dado paso a la establecida entre las potencias económicas tradicionales y las emergentes, pero según Habalián "montadas todas en un proyecto global convergente como lo expresa la conformación del Grupo de los 20 (de países industriales antiguos y nuevos)".

Cuando la OPEP avanzaba, en el último tercio del siglo XX, surgieron entre productores de otras materias primas iniciativas para emularla, pero ninguna logró semejarse en fuerza o influencia.

Eso se debe a que la energía, y en particular el petróleo, es el "bien de bienes", indispensable para la producción moderna como no lo es otra materia prima.

Habalián destaca que también han declinado en la OPEP los "regímenes contestatarios" ante Occidente, como lo fueron el de Iraq, Libia o Argelia.

Irán o Venezuela tienen actualmente un discurso frente a lo que definen como "el imperio", pero no desarrollan políticas efectivas para torcer el rumbo seguido por los viejos y nuevos centros de poder económico global.

En el terreno de la cooperación con el Sur netamente importador de hidrocarburos y pobre, la Organización presenta uno de sus resultados más magros, después que en 1976 se estableció con grandes expectativas el Fondo OPEP de Cooperación Internacional.

Pero durante las tres décadas y media transcurrida movilizó menos de 8.000 millones de dólares hacia 125 países del Sur y en este año en que la OPEP cumple sus 50 años, los socios están renuentes a recapitalizar el fondo con otros 1.000 millones.