EL LARGO CAMINO QUE ESPERA A EE.UU. (ANÁLISIS)

23 septiembre 2010

Fuente: <i>La recuperación será mucho más lenta que la mayoría de las recesiones, pero el gobierno puede ayudar un poco.</i><p/> Publicado por El Mercurio, Chile vía Google Noticias<p/>

"¿Adónde vas, economía norteamericana?". Esta pregunta, hecha por Jack Kerouac en nombre de la generación beat hace medio siglo, es la mayor incertidumbre que pesa sobre la economía mundial. Y refleja la principal preocupación de los votantes estadounidenses, quienes van a las urnas el 2 de noviembre para las elecciones de medio término con la tasa de desempleo porfiadamente firme en casi 10%. Ellos deben prepararse para un largo y difícil camino.

La peor recesión desde los años 30 terminó hace un año. Pero la recuperación se debilitó fuertemente a comienzos de este año. El PIB creció en un pálido 1,6% anualizado durante el segundo trimestre, y parece haberse estancado en un punto similar desde entonces.

El mercado inmobiliario se tambaleó después que expiraran incentivos tributarios para la compra de viviendas. La creación de empleos privados ha sido tan baja que lo más probable es que el desempleo suba antes que bajar. Los temores crecieron en el verano respecto de que si la desaceleración continúa, la economía de Estados Unidos podría volver a caer en recesión.

Afortunadamente, ahora esos temores parecen exagerados. Parte de la debilidad del PIB en el segundo trimestre probablemente se debió a un alza temporal en las importaciones de China. Las últimas estadísticas, desde ventas del retail razonablemente buenas en agosto a un descenso en las solicitudes de beneficio por desempleo, apuntan a una economía que, aunque todavía sigue débil, no está cayendo más allá.

Y la historia sugiere que aunque las recuperaciones nacientes frecuentemente se tambalean por uno o dos trimestres, rara vez desembocan en recesión. Por ahora, lo más probable es que la economía estadounidense tenga un tránsito lento con un crecimiento de quizás 2,5%, esto es, por sobre una velocidad de caída, pero por lejos muy lenta para hacer gran diferencia con la tasa de desempleo.

¿Por qué, dado que Estados Unidos usualmente rebota de una recesión, las perspectivas son tan débiles? Porque la mayoría de las recesiones han sido causadas por políticas monetarias más restrictivas. Cuando esta política se hace más laxa, la demanda repunta. Pero esta recesión fue el resultado de una crisis financiera. Las recuperaciones después de una crisis de este tipo son normalmente débiles y lentas a medida que el sistema bancario es reparado y los balances reconstruidos.

Típicamente, este período de reducción de la deuda dura alrededor de siete años, lo que implica que Estados Unidos podría emerger de éste en 2014. De acuerdo con algunas mediciones, los hogares están reduciendo su carga de deuda inusualmente rápido, pero incluso los espectadores optimistas no creen que el proceso esté en la mitad de la meta.

El mayor problema de Estados Unidos es que los políticos aún tienen que reconocer que la economía está en un largo y lento viaje, y prepararse para las consecuencias. Unos pocos funcionarios valientes están comenzando a levantar advertencias de que la tasa de desempleo probablemente "permanecerá alta". Pero el debate político está más centrado acerca de asignar responsabilidades por la recesión más que en sugerir caminos imaginativos que den más garra a la recuperación.

Los republicanos argumentan que los cambios de Barack Obama hacia un "gobierno grande" explican la debilidad de la economía, y que el alto desempleo es prueba de que el estímulo fiscal fue una mala idea. De hecho, buena parte del crecimiento del gasto del gobierno a la fecha ha sido temporal e inevitable; el crecimiento de largo plazo del gobierno es más bien modesto, y refleja las políticas tanto de Obama como de su predecesor.

Y la idea de que el desempleo "prueba" que los estímulos fallaron es simplemente errónea. Los mecanismos de un enfriamiento financiero sugieren que sin un impulso fiscal la recesión habría sido mucho peor.

Los demócratas tienen su propia versión en este juego de maldiciones, en el que los excesos de Wall Street causaron el problema y los mayores impuestos sobre los contribuyentes más ricos son parte de la solución. Es por esto que la prioridad legislativa de Obama antes de las elecciones de medio término es asegurar que los recortes de impuestos de la era Bush expiren al final de este año para hogares con ingresos sobre los US$ 250 mil y que sean extendidos para todos los demás.

Esto trae un riesgo innecesario para la recuperación de corto plazo. La experiencia de Estados Unidos en 1937 y Japón en 1997 es una evidencia poderosa de que las alzas de impuestos inoportunas pueden devolver las economías débiles a la recesión. Mayores impuestos, junto con la desaparición de estímulos fiscales y ajustes de cinturón de los estados, harán que el crecimiento se debilite aún más.

En un mundo ideal, Estados Unidos debería comprometerse ahora a realizar las reformas tributarias de mediano plazo y llevar a cabo los recortes de gastos necesarios para poner límite al presupuesto, y dejar espacio para mantener la política fiscal laxa por el momento. Pero en el febril ambiente político de Washington eso es un sueño imposible. Las metas de hoy sólo pueden ser más modestas: nutrir la debilitada economía, minimizar la incertidumbre y preparar el terreno para el debate fiscal del mañana.