OTRO BOOM DE COMMODITIES: ¿UNA OPORTUNIDAD PARA AMÉRICA LATINA? (ANÁLISIS)

21 enero 2011

Fuente: Publicado por Infolatam, España

Madrid, 21 de enero- La dinámica de los últimos meses de los precios del petróleo, las materias primas y los alimentos recuerda peligrosamente a la que la economía mundial experimentó a mediados de 2008. Entonces, el elevadísimo precio del petróleo -que alcanzó los 147 dólares por barril- y la crisis alimentaria causaron estragos. En los países ricos la inflación se descontroló, lo que incluso provocó subidas de tipos de interés en la zona euro en un contexto en el que la recesión global estaba a punto de comenzar. En los países pobres con grandes aglomeraciones urbanas, se produjeron revueltas y saqueos, y según el Banco Mundial más de 100 millones de personas cayeron por debajo de la línea de la pobreza.

Para América Latina, uno de los principales exportadores de commodities del mundo, aquel boom generó sentimientos encontrados. Los grandes exportadores del cono sur experimentaron ganancias y una sustancial mejora en la relación real de intercambio, pero también se produjeron problemas por el aumento de precios internos que llevaron al establecimiento de impuestos a la exportación y colocaron en un dilema a los bancos centrales. En los países importadores de alimentos de América Central el alza del precios de los alimentos causó serios problemas sociales.

Según el índice de commodities que elabora The Economist, salvo para el petróleo, los precios están ya en los máximos de 2008. Como además es muy posible que continúen creciendo porque todavía nos encontramos al principio de la recuperación económica global el reto para América Latina es aprender de los errores del último boom para sacar el máximo provecho de su capacidad exportadora. Ello exige un buen diagnóstico de la situación macroeconómica y una respuesta rápida para hacer frente a los efectos socio económicos adversos que los altos precios puedan suponer para las poblaciones más vulnerables.

Desde el punto de vista macro, la subida de precios parece tener varias causas. La primera es el fuerte crecimiento en los países emergentes, que demandan todo tipo de commodities. Como durante los dos últimos años las inversiones en algunos países exportadores se han detenido, al crecer la demanda los precios se han disparado por limitaciones de oferta, especialmente en el caso del petróleo.

La segunda es que la enorme laxitud de la política monetaria de los países avanzados (y muy especialmente de Estados Unidos) parece haber alimentado la especulación en estos mercados; es decir, ha llevado a un aumento de las posiciones largas de inversores que utilizan los mercados de commodities como un activo más. En este sentido, desde que la Reserva Federal anunciara su segunda ola de Quatitative Easing en octubre de 2010, la nueva liquidez, tanto actual como esperada, podría estar creando una burbuja en estos mercados (como ya sucedió en la primera mitad de 2008 cuando la liquidez abandonó el mercado inmobiliario norteamericano y se refugió en las commodities).

En tercer lugar, el propio aumento del precio del petróleo supone un aumento de costes para la producción de las materias primas y los alimentos vía coste de transporte, fertilizantes, etc. Por último, en el caso de los alimentos, ha habido malas cosechas en algunos países exportadores que se suman a los problemas de producción de Rusia, que provienen de los incendios de finales del verano. Como ninguno de estos factores va a cambiar a corto plazo, es previsible que los precios sigan subiendo.

En este contexto, los países exportadores de América Latina tendrían que evitar que continúe la apreciación de sus monedas, que también está causada por la expansión monetaria estadounidense y podría reducir la competitividad precio de sus exportaciones, así como hacer lo posible por mitigar la inflación interna, que también reduce su competitividad y puede generar problemas sociales.

Para ello tendrán que continuar utilizando los controles de capital y sería deseable que llevaran a cabo una política fiscal contractiva para evitar tener que subir demasiado los tipos de interés (que frenarían el crecimiento y aumentarían todavía más las entradas de capital).

Otra alternativa sería utilizar el modelo chileno para crear un fondo con los ingresos extraordinarios provenientes de las exportaciones para utilizarlo cuando el actual ciclo de crecimiento termine. Esto no será sencillo políticamente porque las demandas de gasto sociales en la región son enormes. Sin embargo, dado que la mayoría de los países está creciendo a gran velocidad y ya se vislumbran ciertos riesgos de recalentamiento de sus economías, es posible que las autoridades, que en la mayoría de los países tienen una elevada legitimidad, pueda explicar a la ciudadanía la necesidad de esta nueva estrategia. Por último, en los casos en los que se produzcan problemas sociales por la subida del precio de los alimentos (o de la energía como en el reciente caso de Bolivia), habrá que utilizar los superávit fiscales acumulados para apoyar a la población.

En definitiva, los altos precios de las commodities parecen vislumbrar un buen futuro para la mayoría de los países de América Latina. Sin embargo, sus autoridades tendrán que hacer esfuerzos para evitar que este cambio en los precios relativos no desincentive la producción en otros sectores industriales de exportación, al tiempo que tendrán que atajar el impacto social de la subida de los precios internos.