CHINA, AMÉRICA LATINA Y ESTADOS UNIDOS: EL NUEVO TRIÁNGULO (ANÁLISIS)

26 enero 2011

Fuente: Publicado por Infolatam, España

Washington, 26 de enero- El ascenso de China como potencia económica dominante en la última década representa uno de los cambios más significativos en el sistema internacional desde el fin de la Guerra Fría y uno de las transformaciones más rápidas que ha experimentado el mundo. Los cambios en la economía china, el crecimiento de su sector manufacturero, y la necesidad que tiene el país de materias primas, energía, y alimentos, han dado lugar a una expansión sin precedentes de las relaciones comerciales y políticas de China con países en vías de desarrollo, incluyendo pero no limitado a América Latina.

Si bien el tema político de Taiwán sigue ocupando un lugar destacado en la política exterior de China, la política ya no parece ser el motor de las relaciones con el hemisferio Oeste. Tampoco, a pesar del alarde de poder militar y las apelaciones a las reivindicaciones territoriales de China en Asia, sus ambiciones globales no parecen ya estar influenciadas por lo que solía ser habitual, nacionalistas intenciones militares. Más bien, el principal interés de China en América Latina, y viceversa, es económico -y a gran escala.

Fijémonos, por ejemplo, en las tasas de crecimiento económico de China en la última década. Desde el año 2000, la economía de China ha crecido a una tasa media del 10,3 por ciento por año. En 2007, la tasa de crecimiento aumentó al 14,2 por ciento, y en 2009, mientras la mayor parte de la economía global se mantenía en recesión, China avanzaba a toda velocidad con una tasa de crecimiento del 9,1 por ciento.

Es indiscutible el gran tamaño de la economía china o de su mercado interior. El estatus de China como uno de los llamados países BRIC (grupo del que forman parte, además de China, Brasil, Rusia e India) ocultó el hecho de que su Producto Interior Bruto en 2009 -por encima de los 4,98 billones de dólares- es más de tres veces el de Brasil, el que presenta los mejores resultados tras China de los países BRIC. Al mismo tiempo, la economía de China es casi cuatro veces más potente que la de India y Rusia. La población de China que supera los 1.300 millones de habitantes hace de este país el más poblado del mundo. Y las reducciones de la pobreza desde 1981 -a un ritmo y de un alcance que el Banco Mundial califica como “sin precedentes en la historia”- ha dado lugar a una llamativa expansión de la demanda interna de alimentos, energía y bienes de consumo.

El crecimiento de China ha tenido un profundo impacto en los países de América Latina y el Caribe (LAC). El impacto ha sido más positivo para los exportadores globales de energía, materias primas y productos agrícolas, y más negativo para aquellos países cuyas exportaciones de productos manufacturados han sido golpeadas por la competencia china en mercados tan importantes como los Estados Unidos. Entre 2000 y 2009, por ejemplo, las exportaciones de América Latina y el Caribe a China se han multiplicado por nueve: en solo cuatro años, las exportaciones de la región a China prácticamente se duplicaron, pasando de 22.300 millones de dólares en 2006 a 41.300 millones en 2009, lo que supone un ritmo mucho mayor que el crecimiento exportador de la región en general.

En medio de la crisis financiera nacional, las exportaciones de LAC en 2009 hacia los Estados Unidos y la Unión Europea cayeron un 26 por ciento y un 28 por ciento, respectivamente. Ese mismo año, sin embargo, las exportaciones a China crecieron un 5 por ciento, contribuyendo a la recuperación de América del Sur frente a la recesión internacional. En total, el déficit comercial de China con América Latina ascendió a 8.900 millones de dólares en 2009, en gran parte debido a las exportaciones de materias primas de Brasil y Chile.

Para comprender la naturaleza e implicaciones de la enorme expansión de las relaciones entre China y América Latina a lo largo de la última década, el Programa Latinoamericano del Centro Internacional Woodrow Wilson para Académicos, el Instituto de las Américas de La Jolla, California, y el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales de Beijing convocaron el 26 de mayo de 2010 un seminario, con la participación de estudiosos y analistas de China, Estados Unidos y varios países del hemisferio Oeste. Participantes de Brasil, China, México, Perú, la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Banco Interamericano de Desarrollo y otros analizaron lo que el crecimiento de China significa para los países en particular y para la región en general, el grado de colaboración o competencia con China, y el impacto de la demanda de energía de China en las decisiones sobre desarrollo de industrias energéticas en el hemisferio.

Una visión general de las estadísticas básicas ayuda a ilustrar el impacto transformador del crecimiento de China en la región. Según la Comisión de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2008, China fue el mayor destino de las exportaciones de Brasil y Chile (que absorbieron el 7 por ciento y el 13 por ciento de las exportaciones, respectivamente), y el segundo destino para las exportaciones de Argentina, Costa Rica, Perú y Cuba. A mediados de 2010, poco después de la firma del tratado de libre comercio con China, el ministro de Comercio Exterior de Perú, Eduardo Ferreyros, señaló que China ha llegado a ser también el principal destino para las exportaciones de Perú, desplazando a los Estados Unidos. A mediados de esta década, la CEPAL estima que China podría desplazar a la Unión Europea como el segundo destino de las exportaciones de los países de la región, tras Estados Unidos.

Los cambios en China y su proyección económica internacional reflejan importantes cambios en América Latina. Al mismo tiempo que China ha ampliado su agresiva búsqueda de mercados de ultramar y fuentes de inputs básicos, los países de América del Sur se han unido a la década de la estabilidad macroeconómica y el crecimiento dinámico. Ellos han buscado, tanto económica como políticamente, diversificar sus patrones de comercio internacional más allá de sus socios tradicionales como Estados Unidos y Europa.

Sin embargo, la relación comercial no está libre de problemas. Las exportaciones chinas a LAC consisten principalmente en bienes manufacturados, mientras que las exportaciones de América Latina a China consisten ante todo en materias primas. Los críticos alertan de que los patrones de comercio se asemejan a los de los siglos XVII y XVIII, y que China discrimina a los productos con mayor valor añadido. Por ejemplo, entre 2006 y 2008, la soja y el aceite de soja constituían casi el 80 por ciento de las exportaciones de Argentina a China; en abril de 2010, China suspendió las importaciones de petróleo procesado en aparente protesta por la presentación de Argentina de una queja formal contra el dumping de exportadores chinos.

Las exportaciones de Brasil, entre 2006 y 2008, se basaron en mineral de hierro (44 por ciento del total) y soja (23 por ciento). Para Chile, el cobre y el mineral de cobre supusieron el 81 por ciento de las exportaciones a China. Mientras el destino de las exportaciones de materias primas de la región ha cambiado en los últimos años, el papel de las materias primas como una parte del total de las exportaciones ha cambiado de forma menos dramática en América Latina que en otras partes del mundo en vías de desarrollo; de hecho, el 75 por ciento de las exportaciones de Chile, Perú y Venezuela son materias primas. Esto pone de relieve los problemas actuales de diversificación de las economías latinoamericanas, y los críticos sostienen que aumenta la vulnerabilidad de la región a los impactos externos.

Al mismo tiempo, las importaciones de América Latina que llegan de China se han vuelto cada vez más polémicas desde el inicio de la recesión mundial. Según la CEPAL, un 60 por ciento de las quejas anti-dumping de los países de la región han sido interpuestas contra China, y están relacionadas con productos como el acero, textiles, calzado, electrónica de consumo y neumáticos. Argentina y Brasil han iniciado el mayor número de investigaciones. El economista del Banco Interamericano de Desarrollo Maurico Mesquita Moreira, colaborador de este informe, ha llamado a China “la mayor amenaza” para la expansión industrial en Brasil, ya que los dos países producen bienes similares.

Las inversiones chinas en América Latina se han concentrado también en el sector extractivo, particularmente de petróleo. En mayo de 2010, China y Brasil llegaron a un acuerdo sobre la materia que establecía un crédito de diez años, según el cual Petrobras acordaba enviar petróleo a China durante diez años a cambio de un préstamo de 10.000 millones de dólares del Banco de Desarrollo de China. Un mes más tarde, China alcanzó un acuerdo similar con Venezuela, un acuerdo comercial de unos 20.000 millones de dólares en préstamos por 200.000 barriles al día durante diez años de petróleo venezolano. En agosto de 2010, Ecuador -por otro lado, aislado de los mercados internacionales de capital después de un defecto de bonos de 2008- firmó un préstamos de 1.000 millones de dólares con China por petróleo y proyectos de infraestructuras. China pagó 7.100 millones de dólares en octubre -la mayor transacción que se conoce entre China y América Latina- para adquirir el 40 por ciento de los activos de Brasil en la compañía española de energía, REPSOL.

Pero la inexperiencia de las compañías chinas -muchas de propiedad estatal o bajo su influencia- en las zonas sensibles de las relaciones laborales, las preocupaciones ambientales y las relaciones con las comunidades locales han dado lugar a más que roces ocasionales. La académica instalada en Perú Cynthia Sanborn apuntó que las inversiones chinas más recientes en ese país parecen estar funcionando con una mayor conciencia social, pero que la relativa novedad de China en el entorno de América Latina y la correspondiente falta de atención a los problemas similares en su país de origen será una constante para los inversores chinos.

La precisión de China sobre el beneficio económico significa que un número de problemas políticos que deben ser tomados en consideración por Gobiernos y empresas del Oeste -los derechos humanos y la participación política, por ejemplo- son a menudo ignorados. Y el papel de China como uno de los principales países contaminantes y generadores de emisiones de carbón aumenta la probabilidad de un conflicto político con muchos países de América Latina que se toman muy en serio los temas medioambientales. Dicho esto, China ha logrado la reducción de su tasa de intensidad energética de una forma más rápida y en mayor medida que otros países, y su inversión en energía limpia hace que parezca pequeña la de Estados Unidos.

Según el economista jefe del Banco Mundial para América Latina, Augusto de la Torre, el desafío a largo plazo para América Latina es “administrar bien” la bonanza de los productos básicos impulsada por la demanda china y canalizar las ganancias en mejoras en capital humano, infraestructura e innovación. Además del comercio, la duplicación de la inversión china en la región entre 2008 y 2009 (pasando de 3.700 millones de dólares en 2008 a 7.300 millones en 2009) sugiere que el papel de China en la región continúe acelerándose a un gran ritmo. Estadísticas del ministro de Comercio de China indican que, después de Asia, la región es el segundo destino más importante para las inversiones chinas. La mejor manera de obtener ganancias en términos de desarrollo constituye el principal reto para los países de América Latina y el Caribe.