LA OTRA MIGRACIÓN (ANÁLISIS)

16 febrero 2011

Fuente: Publicado por el Blog FelipeVicencio.wordpress.com

Ciudad de México, 16 de febrero- Cuando vemos que a México le hace falta tanto para que pueda ser una casa digna para todos, no podemos sino lamentar que muchos de nuestros compatriotas tengan que abandonar el país para buscar fuera un horizonte de esperanza. Los miles y miles de mexicanos que cruzan la frontera hacia Estados Unidos para contribuir con su laboriosidad y responsabilidad a la prosperidad de nuestros vecinos, tendrían que tener aquí ese horizonte y así poder contribuir al engrandecimiento de nuestra patria.

Es lamentable esta sangría. También lo es que México ocupe el primer lugar de América Latina en la llamada migración calificada. Desde hace 17 años nuestro país lleva la delantera en cuanto a fuga de cerebros, la migración de personas con grados académicos de licenciatura, maestría y doctorado. Durante 2007 abandonaron su país más de un millón trescientos mil mexicanas y mexicanos para buscar empleo en países desarrollados, cifra que equivale a la mitad de los jóvenes que en ese mismo año realizaban estudios universitarios en las instituciones de todo México.

Esta información es parte de un revelador estudio elaborado por el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) acerca de La Emigración de Recursos Humanos Calificados desde Países de América Latina y el Caribe. Tendencias Contemporáneas y Perspectivas, que hace unos días se dio a conocer. En él se reporta la cifra total de mexicanos con educación superior trabajando en el extranjero, y que representa casi el 17 por ciento de la mano de obra calificada que vive y trabaja en nuestro país. También se da a conocer que el segmento mayoritario de migrantes calificados prefieren Estados Unidos como destino, y que de ellos el 60 por ciento se encontraba en el desempleo o el subempleo cuando tomó esa decisión.

En contraste con la migración de mano de obra no calificada en que predominan los hombres, la migración calificada tiene una composición de género prácticamente equitativa. Sin embargo, hoy ya son más las mujeres que integran este grupo y su tendencia de crecimiento tiene un ritmo de 127 por ciento contra el de los hombres, que es de 98 por ciento.

Más allá de las expectativas de la población migrante respecto a sus posibilidades de desarrollo en su nuevo hogar, la realidad que enfrentan no es muy alentadora. El estudio referido menciona que los profesionistas mexicanos -igual que los centroamericanos- acusan un desempeño más pobre que el resto de los migrantes de la región, lo que repercute en el nivel de responsabilidad que tienen en sus centros de trabajo. De cada diez apenas tres tienen un nivel alto, cuatro un nivel bajo y el resto se desempeñan en actividades técnicas. En consecuencia, los profesionales mexicanos migrantes están rezagados respecto a personas de otros países. De los 32 países analizados en el estudio, los mexicanos con doctorado en Estados Unidos ocupan el lugar 28 en cuanto a calificación de los puestos de trabajo que ocupan.

El estudio atribuye este desempeño a diversos factores: las limitaciones presupuestales de la educación superior, las deficiencias en la calidad del sistema educativo así como el deficiente manejo del idioma y de los sistemas de información por parte de los migrantes. Sin embargo -a pesar de las carencias que quedan de manifiesto cuando se compara su desempeño con el de profesionistas de otros lugares- sigue tratándose del sector de la población más competente, del que podría capitalizar de mejor manera las posibilidades de desarrollo de México y resulta lamentable que fuera de su país no sean debidamente reconocidos.

Esta subutilización de la fuerza laboral es un desperdicio inaceptable, sobre todo cuando se considera que aquí se requiere de su talento y preparación. Por eso el reto de nuestro país, principalmente de sus autoridades, reside en generar las condiciones mínimas que incentiven el arraigo de estas personas así como estrategias específicas tendientes a favorecer la repatriación de cerebros, especialmente de los dedicados a la investigación y la ciencia. Para ello se requiere una política presupuestaria que apueste decididamente por fortalecer las partidas correspondientes a estos rubros. Es cierto que en las condiciones actuales resulta muy complicado, pero basta con una clara determinación para poder comenzar a avanzar, así sea gradual y lentamente.

Entre otras conclusiones a las que el estudio permite llegar, está el reconocer que el esfuerzo de la autoridad respecto a la educación -a pesar de sus innegables aciertos- todavía requiere avanzar más para lograr la mayor conexión posible entre el mundo de la academia, cuya calidad siempre puede superarse, y la actividad económica productiva. El papel que corresponde en esto a los gobiernos locales es determinante lo mismo que el de la iniciativa privada. La educación superior debe ser fundamentalmente motor que impulse el desarrollo del país, siempre que tenga las suficientes conexiones con los demás componentes que pueden hacerlo posible, y no el trampolín para buscar fuera de México lo que aquí no se encuentra.