LA DOBLE CARA DEL PETRÓLEO (ANÁLISIS)

03 marzo 2011

Fuente: Publicado por El Economista, México

Ciudad de México, 3 de marzo- No necesariamente a México le puede ir bien gracias a que el precio del petróleo sube de manera acelerada. Somos un país que se ha vuelto casi neutro con respecto al petróleo: prácticamente no resulta beneficiado ni afectado por la fluctuación en el precio; sin embargo, el deterioro que este hecho genera en el panorama de crecimiento a nivel global sí nos puede impactar.

Algunos conceptos ya son conocidos: gracias al Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), México dejó de ser un exportador de petróleo y se convirtió en un exportador de manufacturas. El petróleo representa al día de hoy sólo 16% de las exportaciones totales del país.

No obstante, la falta de reformas fiscales profundas ocasiona que los ingresos del gobierno mantengan una dependencia un poco mayor contra el precio del petróleo. De los ingresos públicos, 23% proviene de su venta.

Más aún, el gobierno tiene que importar al año cerca de 40% de la gasolina que se consume en el país, cuyo precio tiende a elevarse como consecuencia del aumento en el precio del crudo.

De este modo, el gobierno cuenta con un ingreso petrolero neto (cobro de petróleo - pago por gasolinas + cobro por venta local de dicha gasolina) que varía poco.

El año pasado hubo una disminución en dicho ingreso, producto del desliz en el precio de las gasolinas (cerca de 9.0 por ciento); es decir, el gobierno decidió subsidiar el valor en las gasolinas al aumentar el precio a una tasa menor a la que aumentó su precio de importación.

Para este año, se espera que tanto los ingresos como los egresos por estos conceptos sean mayores.

El ingreso neto petrolero debiera crecer; por ejemplo, si se mantiene un precio promedio de 100 dólares en el precio del barril, aumentaría en cerca de 90,000 millones de pesos.

Pero si las autoridades deciden mantener la misma tasa de ajuste en el precio de la gasolina local, el ingreso neto sólo crecería en 70,000 millones. En resumen, si las autoridades no ajustan el precio de las gasolinas, el beneficio por el aumento del precio del petróleo es menor; bastante lógico.

No obstante, hay un efecto adverso en esta ecuación y es la limitación que este hecho ejerce sobre la tasa de crecimiento. Más en momentos en que éste se ve amenazado seriamente. El conflicto en Medio Oriente no pinta para arreglarse rápido.

Si consideramos la posibilidad de mayores aumentos en el precio del petróleo, su repercusión sobre los precios de las gasolinas y el alza en los precios de los alimentos, es fácil entender el efecto negativo que tendría sobre la economía de los países desarrollados.

Principalmente en Estados Unidos, ya que el estado de su economía es muy vulnerable debido al elevado desempleo, el muy modesto incremento en los ingresos familiares, la escasa riqueza que se genera en el sector inmobiliario, un ritmo elevado de desalojos y la escasez de crédito.

Un ajuste a la baja en las expectativas de crecimiento en Estados Unidos debiera traducirse en un ajuste a la baja en la expectativa de crecimiento en México. Este factor, ya lo hemos dicho, es el que principalmente podría ocasionar una tendencia de debilidad del peso y generar nerviosismo en los mercados locales. Algo que hasta hace muy poco nadie esperaba.