EL COLOMBIANO QUE QUIERE LLEGAR A LA CIMA DEL BANCO MUNDIAL

13 abril 2012

Fuente: Publicado por la Agencia BBC, Reino Unido

Bogotá, 13 de abril (BBC).- El economista colombiano José Antonio Ocampo es uno de los candidatos a suceder a Robert Zoellick al frente del Banco Mundial.

Ocampo, actualmente profesor de la Universidad de Columbia en Nueva York, cuenta con años de experiencia en organizaciones multilaterales y es una de las figuras académicas de más prestigio en el campo del desarrollo.

Como ministro de Hacienda de Colombia desde 1996 a 1998, se le ha reconocido el haber llevado adelante políticas que ayudaron al país a evitar lo peor de la crisis financiera que golpeó a América Latina al final del siglo pasado.

También ocupó los cargos de ministro de Agricultura y director de Planeación y ha sido un profesor visitante en las universidades de Oxford y Yale.

Y ahora emerge como un candidato a la presidencia del Banco Mundial mayormente gracias a su trabajo al mando de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL) y su temporada como subsecretario general para Economía y Asuntos Sociales, de 2003 a 2007, ambos en Naciones Unidas.

¿Demasiados colombianos?.

Una característica de la nominación de Ocampo es que no tiene apoyo oficial de las autoridades colombianas.

El gobierno quiere que su vicepresidente, Angelino Garzón, se convierta en director general de la Organización Internacional del Trabajo.

En la Casa de Nariño parecen creer que la aspiración de Ocampo significaría "demasiados colombianos" buscando posiciones directivas en los organismos multilaterales, especialmente teniendo en cuenta que su compatriota Luis Alfredo Moreno es el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, con sede en Washington.

Pero Ocampo es respaldado por un grupo de países en desarrollo, liderados por Brasil, además de ser bien recibido en círculos académicos internacionales.

"Si la decisión finalmente está basada en el mérito, como debería ser, Ocampo ganará: es por lejos mejor que cualquier otro en la lista de nombres creíbles", dijo el profesor de la Universidad de Boston, Kevin Gallagher en el blog de FT.com Beyond Brics.

El grupo de economistas que apoyan este colombiano de 60 años incluye al Premio Nobel Joseph Stiglitz.

Visión no ortodoxa

Ocampo es hijo de un ex ministro y decano de una universidad. Inició sus estudios en la ciudad de Cali antes de mudarse a Estados Unidos para graduarse en 1972 en Economía y Sociología en la Universidad de Notre Dame.

Cuatro años después, también obtuvo un doctorado en Economía en Yale, con apenas 23 años.

A su regreso a Colombia, se dedicó a la docencia -lo que muchos consideran que es su verdadera pasión- antes de ingresar al gobierno liberal del presidente César Gaviria en 1990 como asesor económico.

Ocampo siempre fue un defensor del libre mercado no ortodoxo. Para él la economía colombiana -que buscaba abrirse al mundo- debía hacerlo gradualmente, pero su posición no se impuso y decidió renunciar.

Volvió como ministro de Agricultura en 1993. Cuando Ernesto Samper fue electo presidente en 1994, fue designado director de Planeación y luego ministro de Hacienda.

Fue entonces que decidió establecer controles al ingreso de capitales de corto plazo, tales como requerir a los inversores extranjeros depositar parte del capital en el banco central colombiano.

Al mismo tiempo, también defendió la inyección de más capital al sistema productivo, distanciándose claramente de la actitud dominante del "laissez-faire" que prevalecía en la región.

Ética de trabajo

Ocampo dejó el Ministerio de Hacienda para dirigir la CEPAL.

A lo largo de toda su carrera, Ocampo se ha mantenido fiel a su creencia de que el desarrollo "es siempre el resultado de una buena combinación de mercado, estado y sociedad".

"Si uno trata de deshacerse de los mercados, tendrá como resultado severas ineficiencias y pérdida de dinamismo", escribió recientemente en un artículo delineando su visión para el Banco Mundial.

"Tratar de avanzar sin el estado provoca resultados injustos o inestables, mientras que ignorar a los actores sociales quita la legitimidad necesaria para las políticas exitosas", sostuvo.

Aquellos que lo conocen bien dan fe de su honestidad intelectual y ética del trabajo. Se dice que durante su etapa en la CEPAL solía despertarse a las 4 de la madrugada para tener un poco de tiempo para pensar, leer y escribir.