EN AMÉRICA LATINA HAY QUE DEMOCRATIZAR LA BASE ECONÓMICA
07 mayo 2012
Fuente: Publicado por InfoRegion.com.ar, Argentina
Fuente: Publicado por InfoRegion.com.ar, Argentina
Buenos Aires, 7 de mayo.- El economista Javier Iguiñiz, reconocido internacionalmente por especializarse en el análisis del desarrollo de los países más pobres, dialogó en exclusiva con Info Región en el marco del IV Congreso Latinoamericano sobre Desarrollo de las Capabilidades Humanas, que se desarrolló en la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Durante una entrevista en la que opinó sobre la situación que atraviesan los países latinoamericanos, se refirió a las políticas neo liberales que los rigieron fines del siglo pasado, a los gobiernos latinos actuales que “responden a demandas sociales”, al rol que deben tener el empleo y la industria para el desarrollo de las naciones y a las formas de reducir la pobreza.
Siempre desde el punto de vista de la teoría del desarrollo desde la libertad que elaboró el Premio Nobel en Economía 1998, Amartya Sen, Iguiñiz consideró que América Latina "está experimentando" y remarco la importancia de que siga consolidándose como bloque.
¿Cómo impacta en América Latina la llegada de gobiernos que rompen con las políticas neo liberales que se aplicaron hasta el inicio de este siglo?
En América Latina estamos experimentando, de distintas formas, para responder a demandas sociales. El período anterior, de ajustes económicos y estabilización económica, fue muy radical con privatizaciones y aperturas económicas. Toda reforma tiene un precio y ésas reformas institucionales privatistas y aperturistas han producido éstas reacciones en América Latina con fórmulas distintas, por eso le llamo experimentación, ya que no hay un manual de instrucciones que guíe siempre a los gobiernos. El carácter más común de estos experimentos latinoamericanos por atender demandas sociales es la ambigüedad por el hecho de dejar insatisfechos a los más puristas en términos de modelos abstractos de desarrollo. Esa ambigüedad nos obliga a mirarlos como experimentos, ver qué se aprende, y luego ver resultados en términos de si las condiciones de vida efectivamente mejoran. Me parece que el test final, la prueba de fuego de la solidez de estas experiencias en bastantes países va a ser una previsible, deseemos que tardía, caída de los precios internacionales de materias primas, recursos naturales y productos de exportación. Ahí estará la prueba de fuego de si las mejoras en las condiciones de vida de la población, las ventajas adquiridas por la mayoría de la población en esos años con esas experiencias, resisten.
¿Al momento de que llegue dicha ‘prueba de fuego’ influirá qué tan consolidado esté América Latina como bloque?
Influirá porque en América Latina siempre hemos tenido una gran conciencia sobre la importancia de la cohesión interna para negociar en mejores términos en los foros internacionales. Igual las conciencias internas son lo definitivo en ese sentido. Eso es a través de instituciones más fuertes, sectores sociales más representados formalmente y una economía de ancha base pensada en empresas medias, en lugar de gran productividad en pocos sectores. Esos aspectos internos son los más cruciales.
¿Cuál es la importancia del rol del Estado y de los niveles de ingreso de cada país?
El Estado es muy importante y tiene que corregir un defecto económico. En nuestros países todavía la concentración de la riqueza es muy grande, y en casi todos está basada en la explotación de riquezas naturales. Entonces hay, sin duda, una necesidad redistributiva. Con el individualismo que cunde, en el que los hijos no sienten la responsabilidad de atender a sus mayores, o que los que tienen trabajo no sienten la necesidad de ayudar a los miembros de la familia que no tienen trabajo, entonces el Estado termina siendo más decisivo.
¿Qué se recomienda hacer respecto a la explotación de recursos naturales?; ¿cuáles son los pasos hacia la industrialización?
En América Latina no estamos muy avanzados, lamentablemente. Hay países que tienen muchos años de crecimiento basados en explotación de recursos naturales como por ejemplo Chile, y que no logra dar el paso hacia una industrialización que se apoye en la transformación de los recursos naturales en el propio país. En eso, no estamos moviéndonos con suficiente rapidez. Otra vía es hacer eso pero en empresas intermedias -en tamaño- porque las primeras son empresas grandes siempre: los petroquímicos son empresas grandes como la refinación de minerales; pero las empresas intermedias en el campo de la mecánica, de la genética y en la formación de productos agrícolas tienen un campo. Hay que democratizar la base económica, que es lo que yo llamo ‘estructura de ancha base’ para que no dependa tanto de la política redistributiva del Estado, sino que la economía misma haga parte del trabajo distributivo.
Existe una relación despareja entre países más desarrollados y más pobres. ¿Cómo es que se da esto también puertas adentro entre capitales y áreas periféricas?
Hay sin duda problemas muy serios de diferenciaciones regionales, que algunos países se resisten, además, a disminuir. Las vías de salida en esta dirección pasan por cosas que el sector más rural tiene que hacer como trabajo. No es posible continuar con una pauta de producción agrícola en la que los campesinos venden sin mayor elaboración. Es lo que llamo “transformar antes de transportar”. En países como el Perú es la pequeña producción la que tiene salir adelante pero con productos de alto valor: producir poco y barato es la miseria que ya conocemos. Pero ahí viene un tema importantísimo que es el educativo para agregarle valor a los productos. Luego, la parte urbana más rica de nuestros países debe hacer algo también. Hay dos cosas: una sobre los propios campesinos provincianos tienen que hacer por su cuenta; y otra lo que también deben recibir. Esa ayuda debe ir por el lado de divisas e información técnica y no ser sólo divisas para comprar comida, sino conocimientos. Eso es una educación de mayor calidad y no esta desigualdad educativa que está ocurriendo en América Latina con la diferenciación entre la calidad privada y la del sistema publico. Por otro lado, aumentar el mundo laboral porque si no hay un mercado interno fuerte -donde haya compradores dentro del país- la pequeña producción de las provincias no va a tener mercado suficiente para innovar, aumentar productividad y vivir más decorosamente en su sitio de trabajo.
¿Cuál cree que son los plazos para combatir o erradicar la pobreza del continente?
Estamos avanzando y creo que los países están tomando más en serio la lucha contra la pobreza: se está avanzando al tener más en cuenta a la población marginal. Esto es lento y tiene muchos costos, porque se requiere demasiada movilización y sacrificio, cosas que no debería ser necesaria porque debería bastar con mecanismos más gentiles para acceder a los beneficios del progreso de los países. Todavía es lamentable que no sea así y debe serlo con institucionalidad, con organizaciones y diálogo. No con imposiciones, desinterés y falta de consulta. Es un aprendizaje.
¿Podría explicar el concepto de ‘capabilidades’ de Sen, que se propone como alternativa?
Apunta a poner de relieve los márgenes de acción que se tienen para mejorar, o sea la libertad frente a una imagen de nosotros mismos muy basada en cuán oprimidos estamos, cosa que no es falso en muchos sentidos. Pero que no sea falso no quiere decir que sea el objetivo de nuestro análisis. El objetivo de nuestro análisis es justamente ver en las circunstancias restrictivas que nos podamos imaginar, qué márgenes de acción tenemos de todas maneras por muy pocas que sean. Ese es el mensaje de este enfoque.