EL SELA PRESENTA ESTUDIO SOBRE DESARROLLO PRODUCTIVO E INDUSTRIAL EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

11 abril 2014

Fuente: Oficina de Prensa y Difusión del SELA

Caracas, 11 de abril.- Existen elementos positivos que tienden a apoyar una mayor integración económica y productiva en América Latina y el Caribe y que pueden ser semillas de superación de asimetrías en el futuro. Entre ellos cabe mencionar la inversión en infraestructura, la facilitación del comercio (simplificación en los trámites aduaneros mediante las ventanillas únicas, y la automatización de los procedimientos entre otros) y el mejoramiento del transporte y la movilidad laboral y empresarial.

Tal aseveración corresponde al estudio sobre “Desarrollo Productivo e Industrial en América Latina y el Caribe” elaborado por la Secretaría Permanente del SELA a solicitud del Ministerio de Economía e Industria de Costa Rica, para ser presentado en la I Reunión de Ministros de Economía e Industria de la CELAC, que se realiza en San José, Costa Rica, hasta hoy 11 de abril.

El estudio destaca que si bien la inversión en infraestructura y la facilitación del comercio principalmente promueven el comercio intrarregional, son una base esencial para la producción conjunta o la integración de cadenas productivas. Dentro de la infraestructura compartida, hay que considerar el efecto de la revolución en marcha en las tecnologías de la información y las comunicaciones que, a medida que avanza la construcción para extender sus redes, permite a los países interconectarse y coordinar procesos productivos conjuntos. Las alianzas público-privadas han tenido una importancia central en el fortalecimiento de la infraestructura regional de todo tipo.

El SELA es un organismo regional de consulta, coordinación, cooperación y promoción económica y social conjunta, de carácter permanente, integrado por 28 Estados soberanos latinoamericanos y caribeños que suscribieron el Convenio de Panamá, en 1975, y su sede está en Caracas.

El estudio sobre Desarrollo Productivo e Industrial consta de una introducción, y capítulos dedicados a: Características de las economías latinoamericanas y del Caribe y las transformaciones experimentadas en el lapso 1990-2011, que incluye: evolución del PIB, la estructura productiva y la productividad; comercio exterior, especialización de las exportaciones y niveles de sofisticación tecnológica; comparación de la inversión y estructura productiva en América Latina y el Caribe y los países del Sudeste de Asia.

Hay un capítulo relativo a la integración regional, que consta de los antecedentes; comercio intrarregional, integración productiva y asimetrías. El capítulo sobre Políticas de Desarrollo Productivo en la Región, tiene las siguientes secciones: legado de políticas industriales anteriores; políticas de apoyo a las PYME, el resurgimiento de la banca de desarrollo; creación de proveedores, redes de conocimiento e inversión extranjera.

El estudio presenta un capítulo que trata sobre Políticas de investigación y desarrollo regional, para promover un mayor valor agregado y competitividad. El capítulo final contiene las conclusiones y propuestas de políticas. Se incorpora además una sección de bibliografía.

En el estudio se resaltan tanto las fortalezas de la región como sus debilidades que reducen sus posibilidades de desarrollo industrial.

Mientras que en los años ochenta, el término “política industrial” significaba la intervención directa del Estado en la economía y el control del gobierno de partes considerables del aparato productivo, así como un conjunto de acciones públicas que buscaban limitar el alcance del mercado, en la actualidad este concepto indica una variedad de políticas que son desarrolladas por diversos sujetos institucionales para estimular la creación de la empresa, favorecer su aglomeración y promover la innovación y el desarrollo competitivo en el contexto de una economía abierta.

En América Latina y el Caribe se puede hablar de la aplicación de una nueva política industrial, incipiente en algunos países y más profunda en otros. Se están aplicando nuevas políticas de desarrollo productivo como los programas de apoyo a las PYME, con especial énfasis en las asociaciones y su vigorización, el fortalecimiento de la banca de desarrollo y la adopción de políticas de creación de proveedores y de redes de productores, nacionales y extranjeros.

Con relación al perfil exportador de los países de América Latina y el Caribe, se aprecia una acentuada especialización en las exportaciones de materias primas y en menor medida en productos de mediana tecnología. Si se suman los productos primarios y las manufacturas intensivas en materias primas de origen natural, estas alcanzan casi dos terceras partes del total de exportaciones de bienes de la región, mientras que las exportaciones de alta tecnología explican sólo la décima parte del total.

En esencia, una de las diferencias más importantes entre las experiencias exitosas de los países asiáticos en general y las de América Latina y el Caribe, es que los primeros hicieron un tránsito claro hacia la capacidad de generar conocimiento, mientras que este proceso sigue muy atrasado en nuestra región. En promedio, los países de latinoamericanos y caribeños gastaron apenas 0,83% del PIB en Investigación y Desarrollo (I+D) en 2010, siendo los más importantes Brasil (1,16%), Argentina (0,62%), Costa Rica, México y Uruguay (entre el 0,4% y el 0,5%). En contraste, Corea del Sur gastó 3,74%, China% 1,76% y Malasia 1,07%.

El talón de Aquiles de las economías de América Latina y el Caribe es el bajo nivel relativo de la productividad y el hecho de que el ritmo del cambio tecnológico no es suficiente ni está adecuadamente distribuido a lo largo de la estructura productiva (regiones, tipos de empresas, sectores de la industria, etc.) como para permitir que la productividad media de las economías se vaya acercando a la del mundo desarrollado y a la de varios países emergentes, tales como los del Grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica).

La liberalización comercial en América Latina y el Caribe, a través de acuerdos de integración subregional, de Tratados de Libre Comercio (TLC) y de aperturas unilaterales, resultó en una expansión en las exportaciones, incluyendo aquellas destinadas a la propia región. Aun así, el comercio intrarregional se sitúa en apenas un 20% del total. Además, el mayor intercambio comercial no ha resultado en cerrar la brecha económica y social entre los países de la región y dentro de ellos. El mayor intercambio comercial ha sido asimétrico entre algunos países más avanzados y los más rezagados de la región, generando significativos déficit comerciales de estos últimos con los primeros, lo que ha acentuado las asimetrías estructurales en lugar de reducirlas.