BANCO MUNDIAL: ESTA VEZ, FIN DE LA BONANZA NO IMPLICA UN AUMENTO DE LA POBREZA EN AMÉRICA LATINA
08 octubre 2014
Fuente: Tomado de la Web del Banco Mundial
Fuente: Tomado de la Web del Banco Mundial
Washington, 8 de octubre de 2014.- Durante la reciente bonanza de materias primas, la región de América Latina y el Caribe demostró que el crecimiento podría favorecer a los pobres y estimular un enorme progreso social. Ahora, con la desaceleración en esta y otras regiones, es fundamental tener en cuenta lo que va a impulsar el crecimiento asegurando que los pobres no queden atrás.
En su último informe semestral, Desigualdad en una América Latina con menor crecimiento, la Oficina del Economista Jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial pronostica una tasa de 1,2 por ciento promedio de crecimiento para el 2014 con un repunte de 2.2 por ciento en 2015. Pero esta desaceleración viene con una diferencia.
"En términos de equidad, el simple hecho de que América Latina hoy no es la América Latina de los años 80 o 90, ya es una buena noticia", dijo Augusto de la Torre, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. "Por primera vez en la historia reciente, la región ya no está siguiendo un ciclo de bonanzas y crisis del tipo que acostumbraba a generar un retroceso económico de muchos años, perjudicando especialmente a los pobres".
El informe, publicado antes de las reuniones anuales del Grupo del Banco Mundial y el FMI, descubre una gran heterogeneidad dentro de la región. Panamá es líder con un impresionante crecimiento de 6,6 por ciento para este año y se espera que Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana y Surinam crezcan más de un 4 por ciento, muy por encima del promedio regional. Mientras tanto las grandes economías como Venezuela y Argentina van a terreno negativo, con -2,9 y -1,5 por ciento, respectivamente, y el gigante regional, Brasil, se espera crezca sólo un 0,5 por ciento.
Con este nivel de crecimiento, los países podrían tener dificultades para mantener las conquistas sociales de la última década. Durante esos años de oro, la región logró reducir la pobreza extrema de la mitad al 12 por ciento en 2012, y duplicar las filas de la clase media a un 34 por ciento de la población en 2012. Ese año, el índice de Gini de desigualdad de los ingresos fue siete puntos más bajo que en 2003, debido en gran parte a una reducción de la brecha salarial en la región.
Ahora en un entorno de crecimiento más estable, si bien más lento, es comprensible que los gobiernos de la región quieran concentrarse en mantener los niveles de empleo que contribuyeron a esas ganancias y así satisfacer con las expectativas elevadas durante la bonanza. Algunos países de la región tendrán a su disposición el tipo de herramientas -como la política monetaria contra cíclica con tipos de cambio flexibles, así como un amplio espacio para endeudarse- que le ayudarán a mantener puestos de trabajo sin comprometer la prioridad a largo plazo de aumentar la productividad necesaria para crecer más.
"Otros países, sin embargo, con altos niveles de endeudamiento o con presiones inflacionarias a pesar de la desaceleración, pueden tener más dificultades para responder", dijo de la Torre. "La tentación para estos países será tomar el camino de menor resistencia, manteniendo el consumo agregado y el gasto público alto y endeudarse para financiar los déficit fiscales y externos generados. Este camino podría ser alentado por los mercados internacionales de alta liquidez que buscan mayores rendimientos. Las ganancias a corto plazo, sin embargo, podrían llevar a un alto costo: un crecimiento a largo plazo más bajo debido a un balanza de pagos más vulnerable o un tipo de cambio real no competitivo".
Para mantener la senda de crecimiento pro-pobre de la última década, las reformas orientadas a la productividad deben complementarse con políticas que incrementen la calidad y cobertura de la educación en consonancia con la creciente demanda de mano de obra calificada. Así, el informe concluye que los avances en la calidad de la educación primaria, secundaria y terciaria que beneficien a todos los latinoamericanos serán cruciales para asegurar que los dividendos de las ganancias de productividad se distribuyan equitativamente para que la prosperidad sea verdaderamente compartida.