LA COOPERACIÓN SUR-SUR: UNA NUEVA OPORTUNIDAD DE INTEGRACIÓN REGIONAL
18 marzo 2015
Fuente: Tomado de la Web de la AGCI<p/> Por Ramón Gelabert
Fuente: Tomado de la Web de la AGCI<p/> Por Ramón Gelabert
Santiago, 18 de marzo de 2015.- Chile fue el primer país sudamericano en ingresar en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico. La entrada en la OCDE supuso para el país un nuevo reto en el campo de la cooperación internacional al desarrollo, puesto que además de ingresar a la OCDE pasó a ser país observador en el CAD -el comité que dentro de la OCDE rige los asuntos de cooperación al desarrollo-. De ser un país receptor de Fondos de Ayuda al Desarrollo, Chile ha pasado, en muy pocos años, y por medio de su Agencia de Cooperación Internacional (AGCI), a ser un actor relevante en materia de cooperación Sur-Sur. Pero, qué es y qué se entiende por Cooperación Sur-Sur?
Debemos considerar que, ya en 1988, el Grupo de Trabajo sobre la Cooperación Sur-Sur afirmaba: “El Sur es esencialmente un proyecto, una idea en construcción”. No había claridad, por tanto, del proyecto del sur, como tampoco de las herramientas que podían ser útiles a este proyecto, como la Cooperación Sur-Sur. Hoy estamos todavía en ello, y ante nosotros se despliega la oportunidad.
Si procedemos a un análisis cronológico no existe un origen preciso para la Cooperación Sur-Sur. Para algunos, el origen estaría en el Plan Colombo en 1950. Para el PNUD y su unidad especial, el punto de arranque cabría situarlo en 1954, cuando Tailandia ejecutó acciones de cooperación con países de la región sin que ello supusiese dejar de recibir Ayuda Oficial al Desarrollo. En todo caso la Cooperación Sur–Sur fue un ingrediente importante en la construcción del Movimiento de los No Alineados (NOAL), constituido como tal en 1961, y que tuvo como punto de partida la Conferencia de Bandung en 1955, cuyo principal objetivo fue la creación de un Nuevo Orden Económico Internacional más justo y pacífico en el contexto de Guerra Fría. Por otra parte, y al margen del aspecto cronológico, la Cooperación Sur–Sur ha estado marcada por unos principios que pretenden diferenciarla de la cooperación tradicional. Dichos principios estarían marcados por la equidad, el consenso y la horizontalidad. Es decir, que se trata de un tipo de cooperación alejada de criterios económicos y que ofrece la posibilidad del entendimiento entre iguales para la consecución de objetivos comunes; es decir, una oportunidad para la integración.
Esta es, al menos, en la retórica predominante el tipo de cooperación que se quiere practicar en América Latina. La cooperación que se espera desarrollar, cada vez con mayor fuerza, es una que no reproduzca viejas prácticas como la ayuda al desarrollo amarrada a créditos con distintos grados de concesionalidad, que busca más bien abrir nuevos mercados a las empresas nacionales que contribuir efectivamente a mejorar las condiciones de vida de los países del sur. Este último tipo de cooperación, lejos de servir a la integración regional, responde a intereses que no ayudan a los procesos de integración.
En tal sentido, lo que busca la cooperación ejecutada por Chile, a través de la Agencia Chilena de Cooperación Internacional (AGCI), es desarrollar programas de Cooperación Sur-Sur acorde a las demandas emanadas de los países del entorno y siempre en pie de horizontalidad. Para desarrollar este tipo de cooperación, el Estado de Chile, por medio de sus diferentes ministerios, pone a disposición de los países receptores los conocimientos técnicos de su funcionariado, tratando así de desplegar las capacidades en favor de otros en aquellas materias en las que Chile destaca. Pero no sólo es el Estado de Chile el encargado de brindar Cooperación Sur-Sur. Desde hace pocos años, la Agencia (AGCI), en colaboración con el PNUD, gestiona un “Fondo Contra El hambre y la Pobreza” que prevé una partida presupuestaria para que diversas organizaciones de la sociedad civil puedan llevar su conocimiento y experiencia a otros países de América Latina. Dicha herramienta es pionera en la región y expresa el convencimiento del Gobierno en abrir un espacio para la sociedad civil en cuestiones relacionadas con el desarrollo. En este sentido, y a modo de ejemplo, desde la Fundación Para la Superación de la Pobreza, tenemos el anhelo de poder compartir los casi 20 años del programa Servicio País, nuestros aciertos y nuestros errores, con otras organizaciones y países de nuestro entorno. Así, este año estaremos trabajando en Paraguay para apoyar a su gobierno en un programa de voluntariado y de reducción de la pobreza.
Hoy en día ya no caben aquellas palabras de Henry Kissinger, presidente del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos y premio Nobel de la Paz, cuando afirmaba en 1969: “Nada importante viene del Sur. El eje de la historia comienza en Moscú, pasa por Bonn, llega a Washington y sigue hacia Tokio. Lo que pueda pasar en el Sur carece de importancia”. América del Sur tiene, ante sí, una nueva oportunidad de integración regional, algo necesario y demandado en un contexto de globalización en el que los países del Sur están llamados a ser actores relevantes. Para ello, la Cooperación Sur-Sur puede y debe ser una herramienta fundamental sobre la que comenzar a construir confianzas y agendas de políticas públicas comunes.