CHINA Y CARIBE VEN GRAN POTENCIAL PARA COOPERACIÓN EN ENERGÍAS RENOVABLES
Fuente: REVE
Foto: REVA
Las naciones caribeñas, bien posicionadas para promover y explotar la energía ecológica, han decidido reestructurar su matriz energética, con el deseo de sustituir gradualmente los combustibles fósiles con renovables.
Esta transición ofrece numerosas oportunidades para la cooperación regional con compañías chinas, que pueden ofrecer sus fortalezas, incluida tecnología y experiencia avanzada y control de costos, en la generación de energía renovable.
El multimillonario Fondo de Cooperación China-América Latina, establecido oficialmente la semana pasada, promoverá más esa cooperación entre las dos partes.
Las reservas fósiles, incluidos carbón, petróleo y gas, son limitadas y están distribuidas de manera desigual en el Caribe. La resultante falta de energía ha conducido inevitablemente a precios altos, lo que obstaculiza el desarrollo industrial, socava la competitividad industrial e incrementa el costo de la vida.
Además, el sistema de oferta energética existente está en riesgo, porque la mayoría de las economías de la región dependen fuertemente de las importaciones de petróleo de Venezuela país envuelto en dificultades.
En 2005, Venezuela lanzó su programa de energía caribeño, para ofrecer petróleo a precios de ganga a los países caribeños y de América central.
Todos los países miembros de la Comunidad del Caribe (Caricom), excepto Barbados, Montserrat y Trinidad y Tobago, se unieron al programa.
Pero una economía destrozada por los bajos precios del petróleo y los disturbios políticos, ahora está obligando a Venezuela a repensar su generoso programa de subsidios.
Si Venezuela pone fin a la política, los costos de la energía para los países caribeños se elevarán de manera sustancial, y los efectos de precios altos de petróleo y electricidad tendrán un impacto en sus economías.
Ante la incertidumbre, los países caribeños necesitan ajustar urgentemente su estructura energética para proteger su seguridad energética nacional.
La región caribeña está bendecida con las condiciones ideales para la explotación de energía renovable.
De acuerdo con el reciente Mapa de Ruta y Estrategia de Energía Sostenible Caribeña, publicado en octubre de 2015, la capacidad de generación de electricidad instalada de la región es de 5.787,3 megavatios.
Sin embargo, su potencial capacidad de energía renovable es muchas veces mayor, calculado en 20.953 megavatios, incluida la solar, eólica e hidroeléctrica, entre otras.
La energía renovable representa actualmente sólo 8 por ciento o 485,5 megavatios de la capacidad de generación de electricidad instalada de la región, lo que vuelve muy prometedora a la explotación de energía sostenible, agrega el informe.
Además, las políticas necesarias para promover las fuentes de energía renovable han mejorado enormemente, lo que ha sentado una base sólida para la explotación de la energía ecológica.
En 2013, la 41 Reunión Especial del Consejo para el Desarrollo Comercial y Económico de Caricom se llevó a cabo en Trinidad y Tobago, donde los ministros alcanzaron el consenso de ajustar la estructura energética y mejorar la eficiencia de energía renovable.
Los participantes en el encuentro finalizaron y aprobaron la Política de Energía de Caricom, una estrategia de energía regional que establece tres objetivos para la generación de energía sostenible: 20 por ciento para el 2017, 28 por ciento para el 2022 y 47 por ciento para el 2027.
China y la región del Caribe son sumamente complementarios en cooperación en energía.
Las compañías chinas tienen una ventaja distinta en control de costos con respecto a sus homólogas occidentales, con lo que obtienen dividendos superiores de la inversión en proyectos de generación de energía renovable caribeños que en proyectos similares en China.
Las estadísticas de dos equipos de generación de energía renovable en construcción en Jamaica muestran que el costo estimado de una granja eólica estadounidense es de 2,65 dólares por vatio.
En contraste, el costo en China se redujo en 2012 a cerca de 1,21 dólares por vatio, de acuerdo con el Informe de Estadísticas y Evaluación de Resultados de Construcción de Energía Eólica de China 2013.
A partir de esos datos, la cooperación bilateral en energía debe ser promovida activamente a través de mecanismos como el Fondo de Cooperación China-América Latina, que fue establecido oficialmente la semana pasada y que tuvo la primera reunión de su junta directiva.
El fondo, con un capital inicial de 10.000 millones de dólares otorgados por el Export-Import Bank de China y por la Administración Estatal de Divisas (AED) del país asiático, va a ser invertido en recursos energéticos, infraestructura, agricultura, manufactura, innovación científica y cooperación en capacidad de producción latinoamericana, asimismo, apoyará proyectos de cooperación entre China y países regionales.
Al principio, China y el Caribe deben expandir el terreno común, creando mecanismos estratégicos para la cooperación bilateral en energía, a fin de preparar el camino para que las firmas chinas entren en el mercado de energía caribeño.
Como parte del mecanismo de cooperación integral representado por el Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), China debe preparar una cooperación detallada en todas las áreas, enfocándose en las necesidades específicas de la región.
Además, China debe acelerar las reformas al sector de la energía para fortalecer la transformación y modernización de compañías de energía chinas para mejorar la competitividad mundial.
Las compañías chinas necesitan intensificar su política de expansión de sus negocios en el extranjero.
Las firmas que tengan un crecimiento adecuado de sus negocios en el extranjero podrían recibir apoyo financiero del gobierno chino para proyectos en ultramar que tenga importancia estratégica, lo que reducirá el riesgo para la inversión en ultramar.
Las compañías chinas que inviertan en proyectos de energía en el Caribe deben ser alentadas a cooperar con los socios locales, en especial con los productores de electricidad existentes, para reducir los riesgos relacionados con las operaciones en el extranjero.