Los constantes cambios en la dinámica económica actual obligan a empresas, gobiernos y sociedades a generar y desarrollar constantemente capacidades de adaptación, resiliencia y reinvención. A escala global, el fenómeno de la cuarta revolución industrial ha transformado aceleradamente los procesos productivos, la relación entre oferentes y demandantes, los sistemas educativos y los mecanismos de interacción social, con énfasis en cuatro prioridades: la reducción de costos, la optimización en el uso del tiempo, el incremento de la calidad y la amplitud en la gama de soluciones a las necesidades.
En esta revolución industrial, la digitalización se ha convertido en la piedra angular de las innovaciones, respaldando cambios importantes en otras áreas del conocimiento como la nanotecnología, la robótica, la inteligencia artificial y el internet de las cosas, que han derivado en la creación de nuevos bienes y servicios, la generación de nuevos circuitos de comercio internacional y la formación de nuevos encadenamientos productivos.
Por estas razones, la digitalización ofrece grandes oportunidades para promover el desempeño de la economía regional con énfasis en las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes), y ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad. A través de ella, es posible optimizar los procesos productivos, facilitar la comunicación con proveedores y clientes, y explorar nuevos mercados con mayor rapidez y a un costo menor.
La evidencia empírica ha constatado el impacto positivo de la digitalización en el crecimiento económico y la productividad. De acuerdo a The Boston Consulting Group (BCG), las Mipymes que implementan soluciones tecnológicas incrementan sus ingresos a una velocidad 15% superior y crean empleos dos veces más rápidamente, que aquellas que desestiman los avances de la tecnología. De igual forma, se estima que el uso de técnicas de análisis de datos para la toma de decisiones ha permitido ganancias de 6% a 8% en la productividad de los países de la OCDE.
En la actualidad, América Latina y el Caribe adolecen de bajos niveles de productividad y competitividad internacionales. Este rezago es mucho más marcado en las pequeñas empresas cuyo nivel de productividad laboral es seis veces inferior al de las grandes, en contraste con los países de la OCDE donde las grandes empresas son dos veces más productivas que las de menor tamaño.
Para hacer frente a esta realidad, los países de la región han emprendido programas de transformación y diversificación productiva orientados a generar profundos cambios en sus estructuras económicas. La innovación, la adopción de nuevas tecnologías y la digitalización son parte de los ejes transversales de acción que se trabajan con especial énfasis para las Mipymes.
A pesar de los esfuerzos realizados, han surgido grandes desafíos que impiden aprovechar los beneficios derivados de la industria digital, como el desarrollo de notables cambios institucionales para regular las actividades 4.0, la formación de mano de obra calificada para acompañar esta clase de proyectos, la creación de mecanismos que garanticen el financiamiento requerido para este tipo de inversiones cuyos retornos son inciertos y el impulso de óptimas medidas de seguridad y privacidad.
De esta manera, con miras a contribuir a promover una mayor sinergia en esta área temática, se propone la realización de un encuentro que sirva de espacio para presentar y debatir buenas experiencias regionales e internacionales en la implementación de una agenda digital para la transformación productiva, con énfasis en las políticas dirigidas a las pequeñas y medianas empresas.