La aceleradora que quiere cerrar la brecha de género en las startups
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La aceleradora que quiere cerrar la brecha de género en las startups
México, 16 de mayo, (Forbes).-El proyecto de Morgan Stanley busca recuperar todo el potencial que no ha sido aprovechado, invirtiendo únicamente en empresas que cuenten con una mujer o inmigrante en el equipo directivo.
La falta de inclusión y diversidad en el emprendimiento son un lastre para la economía a nivel mundial. Únicamente en Estados Unidos, se podrían generar cerca de 9.5 millones de empleos adicionales si las minorías tuvieran las mismas oportunidades que los grupos dominantes para desarrollar sus proyectos, según reporta la fundación Ewing Marion Kauffman.
Al hablar de la brecha de género, el camino para disparar éste potencial ha permanecido casi inerte en los últimos años. Desde 2012, las startups fundadas por mujeres representan solo el 17% del ecosistema. En tanto, el 45% de las fundadoras registran una baja relación con inversionistas y solo el 8% del capital de últimas rondas de financiamiento es levantado por empresas con una mujer en el equipo directivo, según un reporte de Crunchbase de 2017.
“Si no abres la puerta para todos, no te darás cuenta de lo que verdaderamente te estás perdiendo”, aseguró Alice Vilma, co-directora del Laboratorio de Innovación Multicultural de Morgan Stanley, en entrevista con Forbes México en el marco del eMerge Americas, un foro que busca acortar la brecha tecnológica entre las naciones avanzadas y las emergentes.
El proyecto de Morgan Stanley busca recuperar todo este potencial que no ha sido aprovechado. Lanzada en 2017, la aceleradora basada en Nueva York invierte únicamente en empresas que cuenten con una mujer o inmigrante en el equipo directivo.
No se trata de una escasez de diversidad en las y los emprendedores, afirma Vilma, sino de una falta de visibilidad generada por el propio ecosistema. Muchas de las startups de esta categoría no aparecen “bajo el radar” porque ni siquiera intentan levantar capital, pues frecuentemente se apoyan en sus propias finanzas o en las de sus amigos y familiares.
“Es más fácil entrar a Harvard que al Laboratorio, ya hice las cuentas”, añade Vilma sobre el nivel de respuesta que ha tenido la aceleradora.
Cuando “susurraron” su proyecto por primera vez en 2017, únicamente contaban con cinco lugares disponibles. Dos semanas y media más tarde ya habían recibido más de cien aplicaciones. La segunda convocatoria triplicó el número de registros para el programa de seis meses.
Para ser candidatos elegibles, los proyectos deben centrarse en una solución tecnológica y contar con al menos una experiencia de levantamiento de capital inicial, incluido el financiamiento de amigos y familia, capital semilla o de inversionistas ángel.
Hasta ahora la aceleradora no tiene una industria predilecta, detalla Vilma. Y contrario al estereotipo que sugiere que las compañías fundadas por mujeres tienen intereses específicos —belleza o productos de consumo— las diez startups que se encuentran trabajando en el laboratorio recorren todo el espectro tecnológico: desde la industria fintech y el sector energético hasta las redes sociales y los recursos humanos.
“Considera la población de mujeres en general, todas tenemos intereses distintos. Estamos luchando por adueñarnos de la narrativa y demostrar que somos mucho más que los estereotipos” destaca.