ANTECEDENTES

El proceso a través del cual se desarrolla una iniciativa de emprendimiento no surge de la nada y, más importante aún, no se limita a la mera concepción de una idea de negocio diferente.

Hay muchas propuestas que intentan conceptualizar las distintas etapas del proceso emprendedor y, aunque muchas parten del arbitrio de quien las diseña, es posible deducir un marco referencial común que englobe satisfactoriamente la evolución del proyecto de emprendimiento. Tales etapas son las siguientes: i) la evaluación y posterior establecimiento de la idea, esto es, qué quiere hacerse, que sea técnicamente factible y financieramente viable, y que se fundamente en la documentación adecuada; ii) un plan de negocio que enmarque el desarrollo del bien o del servicio per se, es decir,el establecimiento del modelo de negocio y del modelo de financiamiento, así como el plan operativo de la empresa; iii) el registro legal del negocio; iv) la concreción del financiamiento requerido para que la iniciativa emprendedora arranque y v) la inserción en el mercado mediante una estrategia de mercadeo adecuada que asegure la comercialización efectiva del bien o del servicio.

Durante las etapas mencionadas, el emprendedor enfrenta procesos burocráticos y logísticos que dificultan y ralentizan la dinámica innovadora. Por otra parte, la asimetría de información resulta en un desaprovechamiento tanto de los capitales financiero, humano, intelectual y social, así como en deficiencias en el desarrollo de un plan de negocio sostenible, situación ésta que se deteriora aún más debido a la falta de vinculación comprometida en sistemas de mentoría y tutelaje por parte de las instituciones del ecosistema innovador. Finalmente, sin un ecosistema innovador que facilite el intercambio de conocimiento y la transferencia tecnológica, la innovación se ve comprometida.

En atención a los desafíos que emergen durante la evolución de la iniciativa de emprendimiento, se hace urgente capacitar al emprendedor para que éste pueda responder a tales desafíos, oportunamente, a partir de una toma de decisiones sólidamente fundamentadas y documentadas. Adicionalmente, el emprendedor podrá contar con herramientas que le ayudarán a planificar, dirigir y promover su negocio de manera sostenible; manejar efectivamente los riesgos y aprovechar las oportunidades presentes en el mercado. Tales herramientas se agrupan en las siguientes áreas: i) características personales; ii) habilidades interpersonales; iii) habilidades críticas y creativas y iv) habilidades prácticas.

La primera área incluye aspectos tales como: visión emprendedora; persistencia y motivación a largo plazo; disposición para correr riesgos; enfoque de consecución de objetivos y resiliencia. Las habilidades interpersonales comprenden: negociación efectiva, habilidad oral y escrita; capacidad para el establecimiento y el mantenimiento de relaciones positivas; desarrollo y gestión de trabajo en equipo y motivación al logro de resultados mediante el liderazgo. Las habilidades críticas y creativas son las siguientes: el pensamiento creativo para innovar; el pensamiento de diseño para desarrollar la idea y su modelo de negocio y el pensamiento crítico para la reflexión y la ampliación de perspectivas que faciliten la resolución de problemas.

Finalmente, las habilidades prácticas incluyen el establecimiento de objetivos claros y posibles, la planificación y la gestión de los recursos financieros, intelectuales, humanos y sociales de los que dispone la empresa. Por otra parte, hay que relevar la importancia de la Investigación y Desarrollo (I&D) en función de aspectos organizacionales tales como: producción, logística, mercadeo, modelos de negocio, sistemas regulatorios y de protección legal, así como los referidos a materia fiscal, infraestructura y tecnología.